sexta-feira, 7 de dezembro de 2012

Sócrates, Doctor Honoris Causa


Emmanuel Ramiro, in Perarnau Magazine


Hay profecías hermosas. Pinceladas que redondean una vida. Guiños del destino que parecen sacados de algún cuento de Fontanarrosa. Morir el día que tu equipo se proclama campeón del Brasileirao por quinta vez en su historia puede ser el más bello de los epílogos. Más aún cuando nuestro personaje, un futbolista irrepetible, respondió algo así una lejana mañana de 1983: “Quiero morir un domingo y con Corinthians Campeón”. El círculo se cerró hace un año, el 4 de diciembre de 2011. Ese día Corinthians levantaba el Brasileirao, horas después de la muerte de su mayor ídolo. Era domingo.

Aquel día no pudo regatear al destino, aunque la victoria nunca fue el único objetivo de su vida. “Ganar o perder, pero siempre en democracia”. Así saltó, bandera en mano, Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieria de Oliveira (Belém, Brasil, 1954), en la final del Torneo Paulista, en 1983, en el encuentro que enfrentaba a su equipo, el Corinthians, contra el Sao Paulo, en el estadio de Pacaembú. Pero algo impresionó más que su fútbol de seda y su liderazgo sobre el terreno de juego. Fue su filosofía de vida, su manual político valiente, su ilustrado carácter más allá de los terrenos de juegos.

Sus eternos 193 centímetros se sustentaban sobre un pie diminuto, un 37 con el que acariciaba la pelota como pocos. Luego estaba su cambio de ritmo, su golpeo de tacón (con el que llegó a marcar algún penalti) y su disparo de media distancia. Pero su esencia residía más arriba, en la cabeza. Ese coco privilegiado le ayudaba a driblar sus debilidades, a sacar el máximo rendimiento a su visión de juego panorámica y a leer los partidos para descerrajar con sutileza cualquier defensa.

Así, El Doctor se convirtió en el ídolo de la torcida de O Timao, la hinchada del Corinthians, uno de los clubes más grandes de Brasil. Con apenas 23 años Sócrates, doctor y futbolista, era un adelantado a su tiempo; fuera de él, un rebelde con causa. Con el fútbol como altavoz supo conducir la pelota para marcar más de un gol al régimen militar de Figuereido. Convertido en el líder del pueblo denunció las injusticias del poder, lanzó su mensaje esperanzador y convenció a todos de que la democracia era el camino más sencillo para ganar aquel partido.

Otro Brasil era posible y Sócrates se encargó de recordarlo con cada uno de sus goles: “Regalo mis goles a un país mejor”. Uno de esos tantos lo marcó antes del pitido inicial. Fue el 15 de noviembre de 1982. Ese día los militares convocaron elecciones en Sao Paulo y el 8 del Corinthians entró en acción. Todo el equipo salió ese día al terreno de juego con una camiseta en la que se podía leer: “Día 15, vote”. Las autoridades militares intentaron censurar el mensaje, que aquella imagen no llegara a la prensa. Fue imposible, más aún tras el recital de juego y goles con el que deleitaron a su parroquia Sócrates, Vladimir y Casagrande, los tres tenores del Timao.

Después de aquello tampoco dudaron en posicionarse a favor del cambio político. Había nacido laDemocracia Corinthiana. Un movimiento que contagió a toda la entidad hasta el punto que todas las decisiones en el club se tomaban por sufragio directo. Todas, desde las concentraciones hasta los horarios, pasando por el reparto de primas o los días libres. Aquel mensaje traspasó las puertas del club, conquistó a una hinchada de 25 millones de aficionados y fue piedra de toque de lo que estaba por venir.

Héroe social de su país, al que defendió en los mundiales de España’82 y México’86, Sócrates formó parte de una de las mejores selecciones verde amarela de la historia, pero nunca pudo levantar la Copa del Mundo. Junto a Zico, Falcao, Tohinho Cerezo, Junior o Eder vivió la tragedia de Sarriá, la tarde en la que Paolo Rossi truncó los sueños de orden y progreso. España se quedó sin samba y el mundo perdió la oportunidad de contagiarse de aquella fiebre amarilla. Sócrates lo resumió así: “¿Perdimos? Mala suerte y peor para el fútbol”.

En México’86, con Sócrates como capitán, la fantasía se agotó en una tanda de penaltis. Frente a la Francia de Platini, ni el astro galo ni el revolucionario brasileño acertaron a marcar en la especialidad de ambos. Fue el crepúsculo triste de una generación brasileña huérfana de títulos y suerte, pero inagotable en recursos y reconocimientos. Nuevamente, Sócrates inmortalizó los sentimientos que desprendía aquel conjunto con su verbo fácil: “No jugamos para ganar, sino para que nos recuerden”.

Hablaba un hombre que de niño tuvo más libros que balones de fútbol. Sócrates nació en una familia acomodada que le facilitó su acceso a los estudios, para terminar decantándose por la medicina. Con los años se convirtió en un seguidor de Karl Marx y socialista por convicción. Su padre –admirador de los filósofos griegos– también jugó un papel muy importante a lo largo de su vida. Don Raimundo decidió su nombre mientras leía La República de Platón. Estaba a punto de nacer un jugador diferente. ¿Cómo no recordar ese nombre? Sócrates. El resto lo hizo el fútbol.



quinta-feira, 6 de dezembro de 2012

Oscar


Em 104 anos de vida dá para fazer muita coisa. Mas não dá para fazer Brasília, Curitiba, Niterói, Copan, Memorial da América Latina, Ibirapuera, Oca, Argélia, Paris, ministérios, fábrica de biscoitos, igreja, panteões, caminhos, hotéis, casas, edifícios, hospitais, marquises, catedrais, parques, centros culturais, mesquitas, praças, auditórios, pontes, passarelas, sambódromos, rampas, universidades, colégios, terminais de ônibus.

Um só não faz tudo isso, nem se viver mil anos. Só se for um louco, louco o bastante para transformar o que é reto em curva, sonhar uma cidade-monumento e erguê-la, imaginar espaços vazios cheios de graça, beleza e arte.
E ateu. Ateu o bastante para crer que nada mais há depois da morte, então que se faça tudo em vida, e Oscar Niemeyer fez. Recusou-se a morrer por 104 anos, porque eternidade é uma falácia, melhor não contar com ela.
E assim foi, mas felizmente nisso Oscar estava equivocado. A eternidade há, não para seres vivos como ele, que uma hora pifam, disso ninguém escapa, mas para aquilo que seres vivos como ele são capazes de deixar. Assim se vive eternamente: deixando algo.
Oscar Niemeyer passou 104 anos desenhando e construindo a eternidade. Conseguiu.
( Publicado originalmente no blog do Flavio Gomes, em 05/12/2012)

segunda-feira, 3 de dezembro de 2012

Campinas perde a histórica Fábrica de Chapéus Cury


Bruno Ribeiro

Filtrada pelos vidros empoeirados das janelas, a luz da manhã é pálida – de uma palidez de fotografia antiga – e escorre dos vãos entre as telhas, em filetes que conferem ao galpão um interessante efeito cênico. Neste cenário, que poderia ter saído de um filme sobre os primórdios da revolução industrial, dezenas de operários trabalham em meio ao vapor das máquinas e aos sons do entrechoque de ferros.

O cheiro do ambiente é carregado, mas não desagradável. Há no ar uma mistura de lã de ovelha, madeira velha, umidade e ferrugem. “É o cheiro do tempo”, diz Antônio Máximo Alves, 66 anos, há 27 como moldador de chapéus. “Hoje faço 350 moldes por dia, mas já cheguei a fazer 600”, relembra. “Na minha juventude, todo homem tinha o seu chapéu. Ninguém saía de casa sem ele”. 

Antônio, que trabalha como fotógrafo de casamento nos fins de semana, é um dos funcionários mais antigos do lugar depois que os mais velhos – alguns com mais de 50 anos de fábrica –, tiveram de se aposentar ou ser demitidos. “Demissão aqui sempre foi coisa rara”, comenta, confirmando os rumores de que uma grande mudança está por vir. 


Estamos em Campinas, mais especificamente na Rua Barão Geraldo de Resende, n ° 142, no bairro Guanabara, onde está localizada a quase centenária Fábrica de Chapéus Cury, com seus 5,3 mil metros quadrados a ocupar praticamente um quarteirão inteiro – não fosse a presença de um botequim de esquina onde os operários costumam tomar o café da manhã antes de pegar no batente. 

Mundialmente famosa por ter criado o chapéu que o ator Harrison Ford imortalizou nos filmes da série “Indiana Jones”, a Cury é vista pelos campineiros sob um prisma local e mais relevante: ela é a memória viva do tempo em que a cidade apenas começava a desenvolver a sua indústria.

Com mais de um milhão de habitantes e conhecida por seu polo industrial e tecnológico, Campinas é a maior cidade do interior de São Paulo. Por isso, surpreende que uma fábrica como a Cury ainda exista, na base da produção artesanal e abastecida por uma caldeira, como no início do século passado.


Para tentar descobrir o segredo desta longevidade, pergunto a Paulo Cury Zakia, 54 anos, diretor comercial da empresa: “Como, afinal, a fábrica sobreviveu ao tempo, à modernização, à concorrência, às sucessivas crises econômicas, à especulação imobiliária e ao fim do chapéu como item obrigatório no vestuário do brasileiro?”. 

Em sua resposta, dá-me em primeira mão a notícia inesperada: “Sobrevivemos graças à força de vontade e ao idealismo; mas não dá mais para continuarmos presos ao passado”, anuncia desde seu amplo escritório situado no segundo andar do prédio. Até o fim de 2012, a antiga sede da Fábrica de Chapéus Cury estará desativada e seu destino será idêntico ao de outros tantos imóveis com valor histórico e cultural que desapareceram em Campinas: o chão.

Ele ressalta, no entanto, que a demolição do prédio datado de 1920 não significará a morte da Fábrica de Chapéus Cury. “Estamos transferindo nossas instalações para um local moderno e mais adequado, na cidade de Jaguariúna”. A mudança, segundo o diretor, era imperativa. “Temos de ser mais competitivos ou seremos engolidos”, justifica. “Até hoje, nos mantivemos heroicamente, assumindo riscos e prejuízos em benefício dos funcionários. Mas um empresário tem de ser racional”, argumenta.


O diretor comercial prefere não dizer o que será construído na área ocupada pela fábrica. “Não gostaria de revelar agora, para não atrapalhar o negócio”, diz. Seu plano imediato, após a demolição, é publicar um livro de fotografias e poemas dedicados à Cury. “É uma forma de preservar as lembranças deste lugar e de tudo o que ele representou para a cidade”, explica. Material há de sobra: ao longo de sua história, dezenas de ensaios fotográficos foram realizados no interior da fábrica. 

Do alto de seus 88 anos, dos quais 70 dedicados à chapelaria, o presidente Sérgio Cury Zakia, tio de Paulo, não guarda segredos quanto à mudança de rumo: “A especulação imobiliária é muito forte e agressiva. É impossível não ceder. Vão construir edifícios aqui, vários”, revela.

Sugiro uma última caminhada com o presidente pelas galerias da fábrica. Ele apanha o inseparável chapéu de feltro marrom sobre a mesa de seu gabinete e apoia-se em meu braço para descer a longa fileira de escadas. No trajeto, cumprimenta os operários. Ele os conhece todos pelos nomes. No ano passado, eram 130. Hoje, apenas 69. “No auge da nossa produção, entre as décadas de 1940 e 1960, chegamos a ter 800 funcionários contratados”, recorda Sérgio.


As recentes demissões não parecem ter sido uma decisão fácil. “Alguns dos demitidos eram meus amigos; íamos caçar e jogar futebol quando não éramos tão velhos”, comenta, com um sorriso discreto. De fato, muitos dos funcionários remanescentes têm mais de 20, 25 anos de carteira assinada. “As pessoas entravam para trabalhar comigo e iam ficando. Nunca tive o costume de demitir o pessoal”, diz.

Para o velho Zakia, a culpa não é só da especulação imobiliária. É também dos chineses: “Eles estão comprando todo o pelo de lebre que há no mundo – e este era a nossa principal matéria-prima. O pelo de lebre sumiu do mercado e estamos tendo que nos adaptar e reinventar nossos produtos. Agora, somos obrigados a usar quase que exclusivamente a lã para fabricar os chapéus, mas não é a mesma coisa”, lamenta.

Sérgio Cury Zakia é filho de libaneses. O avô era gerente de uma fábrica de tecidos no Líbano e foi o primeiro membro da família a vir para o Brasil, em 1904. Embarcou na terceira classe de um navio e desceu no porto de Santos, em busca de uma vida melhor. Quatro anos depois, enviou dinheiro para que os filhos pudessem se juntar a ele. O pai de Sérgio se estabeleceu em Itu – onde ele nasceria a 25 de fevereiro de 1924. “Eu tinha nove anos quando papai me disse: ‘Sérgio, o mercado de chapéus é o futuro; vamos para Campinas trabalhar na fábrica do Dr. Miguel. Isso foi em 1934”.


Dr. Miguel era Miguel Vicente Cury, um caixeiro de loja que se tornou duas vezes prefeito de Campinas (1948 a 1951 e 1960 a 1963) e hoje dá nome ao viaduto mais importante da cidade. “Ele era meu tio, irmão da minha mãe. O que mais gostava de fazer na vida era reformar e vender chapéu. Nem ele sabia por que gostava tanto de chapéu. Acabou comprando a fábrica, a preço de banana, de uns alemães que estavam fugindo do Brasil”, conta Sérgio.

Miguel Vicente Cury fundou a Fábrica de Chapéus Cury em 1920, sem imaginar que ela se tornaria uma das mais importantes do País e da América Latina. “Quando comecei a trabalhar aqui, aos 18 anos, ela já era uma empresa respeitada, que produzia e exportava chapéus. Meu pai e eu tivemos que aprender a fazer um pouco de tudo, porque meu tio era muito exigente. Mas, como nunca aprendi a lidar com mecânica, acabei assumindo a parte administrativa”, lembra.

No decorrer dos anos, a empresa foi aumentando sua produção e adquirindo máquinas mais modernas, provenientes da Europa. Quando o chapéu começou a cair em desuso nas grandes cidades brasileiras, a Cury passou a investir pesado no mercado externo. Hoje, 30% da produção são destinados à exportação, tendo nos Estados Unidos e na Bolívia seus maiores compradores. “O que não significa que o brasileiro tenha deixado de usar o chapéu”, destaca Paulo Cury. “Nossos grandes clientes estão no Sul e no Nordeste. O gaúcho e o nordestino ainda usam bastante os modelos tradicionais; já em Goiás e Mato Grosso vendemos mais o modelo country”.


Os números da empresa desmentem a tese de que não há mais mercado para o chapéu: por mês, a Cury produz entre 20 e 25 mil chapéus. Em 2010, faturou 30 milhões de reais. “O segredo está em ir se adaptando ao gosto do consumidor, que muda com o tempo”, explica o diretor comercial, cuja expectativa é ampliar ainda mais esta cifra a partir da mudança para a nova sede, em Jaguariúna.

Paulo Zakia não sabe dizer o que virá pela frente. A única certeza é que um dos chapéus mais famosos do mundo, fabricado por ele, continuará sendo a “menina dos olhos” da Cury. “Quando os filmes do Indiana Jones voltam a ser comentados, as vendas deste modelo sobem”, afirma. Ele se refere ao modelo de chapéu criado especialmente para o personagem principal do filme “Indiana Jones e os Caçadores da Arca Perdida” (1981), que se tornou um clássico do cinema.

“Um de meus clientes nos Estados Unidos era patrocinador do filme e me pediu que criasse um chapéu para um herói de aventura. Ele descreveu o personagem, mas não disse que o ator seria o Harrison Ford e nem que o filme seria aquele. Só descobri quando fui ao cinema e vi o meu chapéu na tela”, relembra. De lá para cá, a Cury fabricou aproximadamente 500 mil unidades do modelo Indiana Jones – com licença para importá-lo a vários países.


Nadir Furlan, subencarregada do setor de costura, orgulha-se de trabalhar na “fábrica do chapéu do Indiana Jones”. Segundo ela, é assim que muita gente identifica a Cury. “Eu sei que ela não é só isso. Essa é apenas uma parte da história. Mas também é a parte que fez a gente ficar conhecido no mundo todo, não é?”. Atento para o fato de a costureira se referir à empresa como “a gente”. Pergunto o que a Cury representa para ela. “Eu costumo dizer que isso aqui é a minha segunda família”, diz.

Nadir começou a trabalhar na fábrica em 1982 e nunca pensou em sair. Duas de suas irmãs trabalham com ela, mas em setores distintos. “Eu sempre fui costureira. Já cheguei a costurar dois mil chapéus por dia, hoje são cerca de 800”. Lembra que o número de costureiras também foi bem maior. “Há dois anos, havia 50 mulheres pedalando as máquinas. Hoje somos onze. É que costureira é uma profissão em extinção”, avalia.

Nadir acredita que sentirá falta do prédio em que trabalha há tantos anos. “Eu seria capaz de andar de olhos vendados aqui dentro. Conheço cada canto”. Ao mesmo tempo, manifesta interesse e curiosidade pelo novo. “Se for para o bem de todos e eles quiserem continuar contando comigo, por que não?”.


Antônio Máximo, o moldador de chapéus, não sabe se será aproveitado na nova fase da empresa. “Enquanto não me mandarem embora, continuarei trabalhando, porque gosto muito. E se tiver que ir para outro lugar, tudo bem. A gente tem que trabalhar de qualquer forma. É a vida”, diz.

Ao meio-dia em ponto, soa o apito da chaminé de tijolos – o único elemento, junto à fachada do prédio, tombado pelo Conselho de Defesa do Patrimônio Artístico e Cultural de Campinas (Condepacc). A chaminé sobreviverá à demolição.

Para os operários que restaram, este talvez seja o último horário de almoço na velha Fábrica de Chápeus Cury. Ou o primeiro dos últimos, antes que sejam transferidos para a nova sede ou voltem em definitivo para suas casas. O desaparecimento do imóvel não será o fim do mundo; mas certamente marcará o fim de um mundo cada vez mais raro e distante.  

(Reportagem originalmente publicada na revista Brasileiros (Novembro/2012), com fotos de Adriano Rosa. No blog a maioria das fotos pertence a Heleno Clemente.)










sábado, 1 de dezembro de 2012

O samba

A semente do samba chegou ao Brasil nos porões malditos dos tumbeiros, espalhou-se pela Noite Grande e germinou em solo nacional, tornando-se a mais alta e forte árvore nativa, resistente como a sucupira, enraizada como o pau-brasil, encantada como a jurema. O samba nos civilizou. Ele nos deu uma identidade e um lugar no mundo. 

Dizem os mais velhos que na África antiga houve um orixá chamado Samba ou Semba. Ele não chegou a ser cultuado no Brasil porque estava entre os deuses que morreram junto com seus filhos nos navios negreiros que cruzaram o Atlântico. É por isso, talvez, que o samba tem algo de sagrado e de misterioso. É por isso, talvez, que há na roda de samba algo de litúrgico, de missa pagã, onde o transe se faz presente na dança e a reza vem em forma de canto. 

O samba é um rei consciente de sua nobreza. Ele dá aos seus súditos a chance de renascer para uma nova vida: o gari que se torna príncipe no Carnaval, mestre-sala a defender as cores de sua escola na avenida; o burocrata que vira poeta, cantado em versos pelo povo que o faz imortal; Selminha Sorriso, motorista do Corpo de Bombeiros que se transforma na linda porta-bandeira da Beija-Flor...

Apesar do preconceito do qual ainda é alvo, o samba subverte a lógica capitalista e sobrevive ao tempo, cravado na alma brasileira como fosse uma tatuagem genética. É ele quem nos consola, quando ninguém mais se importa. Ele acusa e ridiculariza os poderosos, afaga as mulheres e conforta os boêmios solitários. Quando tudo nos falta, resta o samba. Ele nos toca o espírito e faz de nós os seus cavalos. 

O samba é de Exu, porque celebra a rua, a vida e o corpo com sua festa libertária; é de Ogum, porque ajuda a vencer as demandas na luta pela sobrevivência; é de Oxóssi, porque traz o pão para a mesa do pobre; é de Xangô, porque denuncia as injustiças sociais; é de Oxum, porque sensual e benevolente; é de Iemanjá, porque tem a profundidade do mar; é de Iansã, porque se propaga no vento; e é de Oxalá, porque traz a sabedoria ancestral dos preto-velhos. 

Hoje, Dia Nacional do Samba, é dia de sair mais cedo do trabalho. É um dever cívico encontrar os amigos do peito e, ao redor de uma mesa repleta de copos e garrafas, fazer uma roda de samba. Hoje é dia de cantar Candeia e Cartola, Baiaco e Brancura, Noel Rosa e Silas de Oliveira, Vassourinha e Roberto Ribeiro. É dia de lembrar João Nogueira, de chorar com Nelson Cavaquinho e de se entregar à vida com a intensidade de um amor correspondido.

domingo, 25 de novembro de 2012

Silvio Rodriguez une a América Latina no Luna Park


Buenos Aires, 23 de novembro de 2012
Mais de 7 mil pessoas, jovens em sua maioria, lotaram o estádio Luna Park, em Buenos Aires, para reverenciar a Silvio Rodriguez na noite do último dia 23 de novembro. Era o primeiro de dois shows que o cantor e compositor cubano faria na capital argentina, seis meses depois de ter se apresentado naquela cidade. “Uma tremenda surpresa para mim, voltar em tão pouco tempo”, declarou o artista, em suas primeiras palavras ao público que o recebeu de pé, aos gritos de “Cuba, Cuba, el pueblo te saluda!”.
A primeira impressão que Silvio transmite diante do microfone é a de ser um homem reservado, de gestos contidos e grande controle emocional. A partir do momento em que sobe ao palco, parece recusar a sua condição de astro da música popular latino-americana – o que fica patente em sua opção por se sentar em meio aos músicos que o acompanham, nunca à frente, raramente em posição de destaque. O show não é individual, mas coletivo – como o demonstra na singela atitude.  
No palco, a postura de Silvio Rodriguez se parece muito com a de seu amigo Chico Buarque. Poder-se-ia dizer que são irmãos de sangue, separados pelo mar do Caribe, dada a timidez (o termo mais apropriado não seria timidez, mas vá lá...) com que cumprem o roteiro dos shows. Falam pouco. Passam a maior parte do tempo sentados, protegidos pelo violão. E cantam olhando para o chão, ou para o vazio.
Para decepção dos jornalistas (sempre em busca de polêmicas envolvendo declarações de apoio a Cuba ou aos governos de esquerda da América do Sul), Silvio não utilizou o microfone para defender a presidenta Cristina Kirchner da recente onda de protestos de que tem sido alvo – apesar dos gritos de “Viva Cristina” e “Viva Nestor”, que vez ou outra espocavam na plateia, incitando-o a dizer algo. O fato é que, na manhã do show, o trovador foi recebido por Cristina K com honras de chefe de estado na Casa Rosada – e isto já foi motivo para críticas na imprensa. Não é preciso que se posicione diante das câmeras, pois sua obra é a expressão fiel do que ele pensa acerca da vida, do amor e da política.
Espécie de porta-voz não oficial da revolução cubana, suas passagens pelos países da América Latina costumam vir acompanhadas de protestos. Dessa vez, a direita argentina não foi à frente do teatro para queimar bandeiras de Cuba, mas vomitou seu ódio a Silvio na internet – como se o autor de canções que falam de amor e liberdade fosse responsável pelos crimes da “ditadura cubana”. A estes, Silvio nunca responde. Tem coisas maiores com que se preocupar.
Atento às letras das canções, o público aplaude efusivamente quando capta a mensagem política ou existencial escondida atrás de uma metáfora. Ele entende que a voz de Silvio não é apenas a voz de Cuba, mas de toda a América Latina, uma vez que canta dores semelhantes e sonhos iguais. Os argentinos, por óbvio, estavam em franca maioria no estádio Luna Park. Mas gente de toda a América Latina havia se deslocado de seus países para prestigiar um dos grandes ídolos geracionais do continente: vi colombianos, chilenos e uruguaios lado a lado, unidos pela bandeira da música. E o Brasil – até que outro compatriota presente ao show se manifeste – esteve representado por este que vos escreve.
Após uma salva de palmas que durou uma eternidade, Silvio Rodriguez, sob a sombra do elegante chapéu panamá que passou a usar nos últimos anos, avisou que estava resfriado e pediu ao público que perdoasse eventuais deslizes na voz. “Não se sintam culpados, pois a gripe veio comigo de Havana...”, informou, para depois arrancar risos da plateia: "...Mas o clima de Buenos Aires acabou de me destruir”. Chovera durante quase todo o dia.
Então, avisou que faria um show “mais intimista”, priorizando canções de seu disco mais recente, Segunda Cita. Abriu o concerto com uma sequência ainda pouco conhecida: Toma, La Guevarista, Tonada Del Albedrío (que arrancou aplausos pela frase “nenhum intelectual deve ser assalariado do pensamento oficial”) e a belíssima Carta a Violeta Parra
Só depois é que as músicas consagradas começaram a aparecer – e elas incendiaram as arquibancadas. Em coro, a multidão passou a acompanhar o cantor. A primeira foi Santiago de Chile, que versa sobre o golpe de estado contra Salvador Allende, em 1973. Depois vieram El escaramujo, La era está pariendo um corazón, Quien Fuera – na qual cita Chico Buarque –, El Necio e Canción del elegido – que muitos, equivocadamente, pensam ser uma homenagem a Che Guevara, quando na verdade é dedicada a Abel Santamaría, amigo de Fidel torturado até a morte pela ditadura de Fulgêncio Baptista.

Antes de cantar San Petersburgo, uma das canções mais novas, Silvio explicou que ela nasceu de uma conversa casual com o escritor Gabriel Garcia Marquez durante um voo de Cuba para o México no qual eram os únicos passageiros. “Gabo me disse que, às vezes, vinham-lhe à mente ideias curtas, que não podiam ser aproveitadas em seus contos, mas que ele gostaria de aproveitá-las em forma de canções – se soubesse fazer canções. Passamos a viagem toda filosofando sobre isto”, contou.
Meses depois, Silvio desenvolveu uma dessas pequenas ideias anotadas por Gabriel Garcia Marquez – sobre uma noiva abandonada no dia do casamento –, misturando-a com elementos da literatura russa, mais propriamente de Alexander Pushkin, um de seus autores favoritos. O resultado é uma canção emblemática, repleta de imagens que se sucedem, aparentemente desvinculadas entre si (como num sonho), mas que depois encontram um sentido comum no arremate final.
Toda canção de Silvio Rodriguez é um hino individual ou coletivo. Mas nada supera a força simbólica das canções que produziu nos anos 60 e 70. Estas foram as escolhidas para encerrar o show: primeiro veio Angel para un final. Depois, Oleo de mujer con sombrero, cuja execução foi demasiadamente rápida para a comoção geral que seus primeiros acordes provocaram na plateia. O show chegava ao fim.
Mas ainda faltava um clássico inquestionável no programa. Então, depois de se despedir pela primeira vez e se recolher ao camarim, o trovador voltou ao palco para cantar, acompanhado de 7 mil vozes, aquela que talvez seja a sua melhor canção – ou, pelo menos, uma das melhores: Ojalá, imortalizada também por Mercedes Sosa.
Silvio voltaria quatro vezes mais. Em uma delas, tomou a liberdade de cantar uma canção infantil cubana. O público já estava em suas mãos e nenhuma das partes parecia disposta a ir embora. Foi preciso que a organização do Luna Park acendesse as luzes do estádio, depois do quinto bis, para que o show finalmente tivesse um fim, após duas horas e meia de música. Foi quando Silvio sacou uma máquina fotográfica do bolso e tirou uma foto da plateia. “Viva Cuba!”, gritou o povo. “Viva a Argentina!”, devolveu o cantor. 
Lá fora, a Avenida Corrientes recebia uma brisa refrescante, vinda de Puerto Madero, e tive que tomar um Fernet Cola para assimilar aquela noite. 
El Necio 
Canción del elegido

sábado, 17 de novembro de 2012

As moças da Paraíba


A música brasileira é uma das mais ricas do mundo, tendo em vista a sua imensa variedade de ritmos regionais, o timbre de seus instrumentos, a poesia espontânea que brota de seus artistas populares e a permanência atemporal de sua cultura. A música brasileira, esta fortaleza, atravessa os séculos sem nunca se dobrar, apesar de estar quase sempre proibida na programação das rádios e das TVs comerciais.

De Norte a Sul do Brasil, a música regional resiste às pressões das multinacionais do disco e encontra brechas para se fazer ouvir, independente dos desejos da indústria cultural. Não raro, a música brasileira subverte a lógica do mercado e se impõe nos grandes palcos, levada pelas mãos do povo que não vende a própria cultura.

Há pouco conheci umas moças da Paraíba que me deixaram profundamente emocionado. Amo a cultura do Nordeste – detentora de nossa música mais resistente. Ela é capaz de sobreviver ao tempo como um patrimônio único da identidade nordestina – e brasileira. E dentro desta cultura fantástica que é a nordestina, a paraibana talvez seja a mais intensa, com seus xaxados, seus cocos-de-roda, suas cirandas, suas quadrilhas e forrós...

O paraibano é um povo radicalmente ligado às suas raízes – e isso pode ser percebido inclusive nas escolas locais, onde o folclore é cultivado, não como matéria de estudo, mas como forma viva de se expressar perante o mundo. A dança, a poesia e a música são parte indissociável da formação do paraibano desde a mais tenra idade. Isto fica evidente quando vemos uma apresentação das meninas do grupo Clã Brasilpor exemplo. 

Fiquei um pouco surpreso ao descobrir que o grupo tem mais de dez anos de estrada. E mais ainda: que já se apresentou em países como Alemanha e Estônia, gravou três DVDs e dividiu palco com artistas consagrados como Sivuca, Alceu Valença e Dominguinhos em shows pelo Nordeste. A alegria pela descoberta foi acompanhada por um dedo de decepção: como é que eu nunca tinha ouvido falar desse grupo, mesmo escrevendo sobre música brasileira desde 2001?

No fole de Lucy Alves – herdado do bisavô Dedé do Cantinho – e em sua voz agreste, moram referências legítimas (não só musicais) de Jackson do Pandeiro, Gordurinha, Antônio Barros, Jacinto Silva, Luiz Gonzaga, Marinês, Mestre Vitalino, Lampião e Maria Bonita. Na postura da líder do grupo se percebe a defesa intransigente da tradição mais cara ao povo de Itaporanga (terra das moças) – como podemos apreender nesta música, O Galo, de autoria de seu antepassado:


As meninas do Clã Brasil são uma grata realidade. É perceptível que ainda têm muito a crescer musicalmente, mas louve-se a posição que já ocupam no Nordeste: a de um grupo que encarna – em oposição aos falsos artistas “universitários” que usam em vão o santo nome do forró para fazer sucesso – o melhor do povo de seu lugar. E que aos poucos vai levando este mesmo lugar para os cantos mais distantes do País.

Querem afastar o Brasil dos brasileiros, mas não conseguirão. E não conseguirão porque sempre há de nascer no sertão meninas como Lucy Alves, suas irmãs Laryssa e Lyzete, e sua amiga Fabiane (as integrantes do quarteto), dispostas a tocar em frente a tradição, respeitando os mais velhos sempre, mas sem deixar de dar à música sua bem-vinda contribuição de juventude – é o que fazem ao remoçar Feira de Mangaio, obra-prima de Sivuca, naquela que foi uma das últimas apresentações em vida do sanfoneiro:


As moças da Paraíba – e como são bonitas, as moças... – enchem o meu coração de orgulho e esperança no futuro do Brasil.



quarta-feira, 10 de outubro de 2012

Carta ao pai



Por Miruna Genoino

“A coragem é o que dá sentido à liberdade”

Com essa frase, meu pai, José Genoino Neto, cearense, brasileiro, casado, pai de três filhos, avô de dois netos, explicou-me como estava se sentindo em relação à condenação que hoje, dia 9 de outubro, foi confirmada. Uma frase saída do livro que está lendo atualmente e que me levou por um caminho enorme de recordações e de perguntas que realmente não têm resposta.

Lembro-me que quando comecei a ser consciente daquilo que meus pais tinham feito e especialmente sofrido, ao enfrentar a ditadura militar, vinha-me uma pergunta à minha mente: será que se eu vivesse algo assim teria essa mesma coragem de colocar a luta política acima do conforto e do bem estar individual? Teria coragem de enfrentar dor e injustiça em nome da democracia?

Eu não tenho essa resposta, mas relembrar essas perguntas me fez pensar em muitas outras que talvez, em meio a toda essa balbúrdia, merecem ser consideradas…

Você seria perseverante o suficiente para andar todos os dias 14 km pelo sertão do Ceará para poder frequentar uma escola? Teria a coragem suficiente de escrever aos seus pais uma carta de despedida e partir para a selva amazônica buscando construir uma forma de resistência a um regime militar? Conseguiria aguentar torturas frequentes e constantes, como pau de arara, queimaduras, choques e afogamentos sem perder a cabeça e partir para a delação? Encontraria forças para presenciar sua futura companheira de vida e de amor ser torturada na sua frente? E seria perseverante o suficiente ao esperar 5 anos dentro de uma prisão até que o regime político de seu país lhe desse a liberdade?

E sigo…

Você seria corajoso o suficiente para enfrentar eleições nacionais sem nenhuma condição financeira? E não se envergonharia de sacrificar as escassas economias familiares para poder adquirir um terno e assim ser possível exercer seu mandato de deputado federal? E teria coragem de ao longo de 20 anos na câmara dos deputados defender os homossexuais, o aborto e os menos favorecidos? E quando todos estivessem desejando estar ao seu lado, e sua posição fosse de destaque, teria a decência e a honra de nunca aceitar nada que não fosse o respeito e o diálogo aberto?

Meu pai teve coragem de fazer tudo isso e muito mais. São mais de 40 anos dedicados à luta política. Nunca, jamais para benefício pessoal. Hoje e sempre, empenhado em defender aquilo que acredita e que eu ouvi de sua boca pela primeira vez aos 8 anos de idade quando reclamava de sua ausência: a única coisa que quero, Mimi, é melhorar a vida das pessoas…

Este seu desejo, que tanto me fez e me faz sentir um enorme orgulho de ser filha de quem sou, não foi o suficiente para que meu pai pudesse ter sua trajetória defendida. Não foi o suficiente para que ganhasse o respeito dos meios de comunicação de nosso Brasil, meios esses que deveriam ser olhados através de outras tantas perguntas…

Você teria coragem de assumir como profissão a manipulação de informações e a especulação? Se sentiria feliz, praticamente em êxtase, em poder noticiar a tragédia de um político honrado? Acharia uma excelente ideia congregar 200 pessoas na porta de uma casa familiar em nome de causar um pânico na televisão? Teria coragem de mandar um fotógrafo às portas de um hospital no dia de um político realizar um procedimento cardíaco? Dedicaria suas energias a colocar-se em dia de eleição a falar, com a boca colada na orelha de uma pessoa, sobre o medo a uma prisão que essa mesma pessoa já vivenciou nos piores anos do Brasil?

Pois os meios de comunicação desse nosso país sim tiveram coragem de fazer isso tudo e muito mais.

Hoje, nesse dia tão triste, pode parecer que ganharam, que seus objetivos foram alcançados. Mas ao encontrar-me com meu pai e sua disposição para lutar e se defender, vejo que apenas deram forças para que esse genuíno homem possa continuar sua história de garra, HONESTIDADE e defesa daquilo que sempre acreditou.

Nossa família entra agora em um período de incertezas. Não sabemos o que virá e para que seja possível aguentar o que vem pela frente pedimos encarecidamente o seu apoio. Seja divulgando esse e/ou outros textos que existem em apoio ao meu pai, seja ajudando no cuidado a duas crianças de 4 e 5 anos que idolatram o avô e que talvez tenham que ficar sem sua presença, seja simplesmente mandando uma palavra de carinho. Nesse momento qualquer atitude, qualquer pequeno gesto nos ajuda, nos fortalece e nos alimenta para ajudar meu pai.

Ele lutará até o fim pela defesa de sua inocência. Não ficará de braços cruzados aceitando aquilo que a mídia e alguns setores da política brasileira querem que todos acreditem e, marca de sua trajetória, está muito bem e muito firme neste propósito, o de defesa de sua INOCÊNCIA e de sua HONESTIDADE. Vocês que aqui nos leem sabem de nossa vida, de nossos princípios e de nossos valores. E sabem que, agora, em um dos momentos mais difíceis de nossa vida, reconhecemos aqui humildemente a ajuda que precisamos de todos, para que possamos seguir em frente.

Com toda minha gratidão, amor e carinho,

Miruna Genoino - 09.10.2012

terça-feira, 9 de outubro de 2012

Chávez diz o que a imprensa brasileira não gosta de ouvir


A América do Sul, e especialmente a Venezuela, vive um momento histórico. A reeleição do presidente Hugo Chávez no último dia 07/10 significa não apenas o aval, dado pelo povo daquele país, para que se aprofundem as conquistas sociais da chamada Revolução Bolivariana. A vitória de Chávez significa também a oportunidade de fortalecimento do Mercosul – bloco formado por Brasil, Argentina, Uruguai e recentemente Venezuela (admitida após a expulsão do Paraguai, consequência do golpe institucional que tirou Fernando Lugo do poder). Juntos, estes quatro países se tornam uma das maiores potências energéticas e alimentares do Planeta.

O ingresso da Venezuela amplia as potencialidades do bloco, dando-lhe maior dimensão geopolítica e geoeconômica. Como disse a presidenta Dilma Rousseff, "de agora em diante nos estendemos da Patagônica ao Caribe". Com o ingresso do país vizinho ao bloco, o Mercosul passa a ser a quinta potência econômica mundial, contando com 270 milhões de habitantes (70% da população sul-americana) e com um PIB superior a 3,3 trilhões de dólares, correspondentes a 83% do PIB da América do Sul.

Ninguém precisa ser economista para perceber que a entrada da Venezuela no Mercosul é positiva ao Brasil sob vários os aspectos. Mas os jornalistas ligados às oligarquias midiáticas parecem não compreender conceitos básicos de soberania e autodeterminação. Na falta de argumentos factíveis contra o crescimento da região – concomitante ao declínio da Europa (em crise após décadas de espoliação neoliberal) – os jornais preferem atacar o governo Chávez.

Não são críticas civilizadas, mas ataques abaixo da linha da cintura. Quando não usam de ironia para mascarar o tom racista das críticas pessoais ao presidente mestiço, fazem afirmações levianas como: "Na Venezuela não há liberdade de imprensa"; "A ditadura chavista censura jornais e prende jornalistas"; "Chávez usa de violência contra opositores". Estas são algumas das ideias difundidas pelos meios de comunicação no Brasil, objetivando criar no Brasil um senso comum que não corresponde à realidade sobre este país irmão.

No vídeo abaixo, durante uma entrevista coletiva, um repórter do jornal O Globo questiona o presidente Chávez sobre as "perseguições à imprensa" na Venezuela. Sem pressa, mas com firmeza, o presidente venezuelano expõe as intenções melindrosas do funcionário do jornal. Explica o que representa, para os povos, a integração regional da América do Sul, defende Lula e mostra como a dita "imprensa livre" trabalha contra os interesses nacionais: "O Globo utiliza jornalistas para defender interesses particulares contra seu próprio país".


Um jornal que defendeu abertamente o golpe civil-militar de 1964 não tem autoridade moral para falar em nome da liberdade de imprensa e da democracia. 

sexta-feira, 21 de setembro de 2012

Mestiço é bom


Eu tenho certeza que nós fizemos um país bonito, temos é que enforcar os canalhas. Os finos e educados, temos que enforcar. Mas, olha, o que eu digo, sempre, é muito fácil fazer uma Austrália: pega meia dúzia de franceses, ingleses, irlandeses e italianos, joga numa ilha deserta, eles matam os índios e fazem uma Inglaterra de segunda, porra, de terceira, aquela merda.
O Brasil precisa aprender que aquilo é uma merda, que o Canadá é uma merda, porque repete a Europa. É para ver que nós temos a aventura de fazer o gênero humano novo, a mestiçagem na carne e no espírito. Mestiço é que é bom.

Minha carne na Europa nunca foi tomada por portuguesa, ou por espanhola, ou por grega. Perguntaram se eu era persa, porque tinha muito mais cara de árabe, que parece muito mais com cara de índio.

Essas carnes velhas nossas não são caras viáveis na Europa. Então, nós fizemos um povo. Um povo capaz de herdar 10 mil anos de sabedoria indígena, de adaptação ao trópico e fazer uma civilização tropical. Depois é que o europeu chega aqui, plantando trigo. Esse povo está aí e eu digo que somos a nova Roma. Em Roma, querem que vá falar disso, querem que eu escreva mais artigos. E por que nova Roma? Somos a maior massa latina. Os franceses ficaram tocando punheta, os italianos bebendo chianti, os romenos com medo dos russos, quem saiu fodendo por aí foi espanhol e português e fizemos uma massa de gente que é de 500 milhões.

Então, os latinos só se multiplicaram aqui. Há dois mil e quinhentos anos saíram soldados do laço da Etrúria, falando latim, fizeram a França, fizeram Portugal, não sabem como. Pegaram os selvagens de lá, latinizaram e permaneceram. Como é que permaneceram em plena Península Ibérica, com 900 anos de domínio árabe e não se arabizaram? Como é que aguentaram todas as invasões e se mantiveram?

Nós somos melhores, porque lavados em sangue negro, em sangue índio, melhorado, tropical. Então, no futuro, você vai ver daqui a 100 anos, numa reunião, qualquer uma da humanidade, aquele bloco enorme de chineses, vão sobrar chineses, mais da metade dos homens serão chineses. Um absurdo! Vai haver quantidade de árabes, mil milhões de árabes. Importantíssimo, serão uma nova civilização, mil milhões de árabes fiéis à arabidade. Haverá 500 milhões de neobritânicos, haverá muitos outros. E haverá mil milhões de latino-americanos, que somos nós, os latinos. Só nós estamos com a cara lá, nós somos Roma.

Na reunião da humanidade, o que é importante não é a França, a Europa. Aquilo que dizia Sartre. A Europa, aquela peninsulazinha da Ásia, dobrada sobre a África, vai ficar reduzida ao seu tamanho. Vai ficar no mundo, no futuro, a América Latina, e na América Latina o Brasil, o Brasil com 300 milhões de habitantes.

Não é uma beleza? Mas querem acabar com a foda aqui, querem nos liquidar. O que eu quero é que esse povo cresça e esse povo vai realizar sua potencialidade. Não é possível que durante tantos séculos uma classe dominante infiel nos queira explorar como um proletariado externo. Isso não vai continuar, não. Eu escrevi um livro, “O Povo Brasileiro”, que vai ajudar aos brasileiros a se assumirem com orgulho como a nova Roma e entenderem que nós somos muito mais difíceis de fazer do que a merdinha da Austrália. Que nós estamos nos fazendo, que nós vamos amadurecer e é preciso vencer um dia a canalha. Eu quase venci em 1964. É claro que eu não podia vencer, com Lyndon Johnson mandando os navios dele para cá, com o jango não querendo brigar. Mas quase vencemos.

Somos uma Roma tardia. O seu gene tem gene Tupinambá, os que foram mortos. É a herança dos trópicos, vai melhorar. No dia em que a economia não seja para exportar, mas seja, como a norte-americana, para consumir.

Darcy Ribeiro (1922-1997). Do livro “Mestiço É Que É Bom” (editora Revan, 1997)